1.04.2008

Bruce Banner

El doctor Bruce Banner sufrió un terrible accidente que lo expuso a los rayos Gamma y lo convirtió en ¡HULK! Pero hoy, en los agitados años 90, no es más que un anciano dócil gracias a la medicina moderna.

Despierto por culpa del ruido que producen los obreros trabajando en el edificio de al lado. Me levanto y piso el suelo húmedo. Mi compañero de cuarto volvió a dañar el excusado. La enfermera me roba dinero de la billetera cuando tomo la ducha obligada con los demás ancianos, pero no me importa. Es otro día más de humillaciones en la casa de retiro. Un nuevo grupo de doctores me está realizando exámenes. No se toman la molestia de fingir que les importo. Hablan de la urgencia que tienen de tomar una muestra que les sirva antes de que muera.

Nada importa. Es muy poco lo que siento en estos días.

Dejo que me regresen a la cafetería, donde toda esa gente aburrida se queja día y noche de sus innumerables dolencias. Es porque no reciben las mismas pastillas que yo. Sé con certeza que no hay nada que me pueda alterar.

Ni el humo ni el fuego ni los gritos de los moribundos. No me alteran las lágrimas de Betty mientras muere abrazada a mí. Sus ojos azules me miran suplicando que la ayude a liberarse, pero no hay nada que pueda hacer. Nada que me otorgue fuerza para levantar el trozo de metal que la aprisiona. No puedo enfurecerme cuando los bomberos me sueltan de ella para sacarme de las llamas. No hago más que estar ahí para ella, completamente inútil.

Reconocí el cadaver y muchos agentes estuvieron junto a mí esa noche, solo por si acaso. Pero no había nada que pudiera pasar. Así como no ha pasado en todos los días que han transcurrido desde aquel fatídico día.

Desde el perdón del Congreso se vio obligado a colaborar con el gobierno. Las cosas estuvieron bien, hasta que llegaron los ochenta. Era una época para portarse bien. Al menos en público. Y el público que había celebrado su perdón exigió mediante muchos comités que debía desaparecer. En particular la campaña del Daily Bugle fue implacable y solo se detuvo cuando lo encerraron en The Vault. Y la dirigió Peter Parker. Esa parte de Banner que hablaba con monosílabos tenía uno o dos planes respecto a él.

Las pastillas aparecieron mientras estuvo en The Vault. Betty le dijo que era la mejor opción, todo era preferible a la muerte según ella. Para Bruce y para Hulk no había nada que fuese tan malo como estar sin ella. Pensaba, al recordar todos esos años que pasaron, que mientras ella estuvo a su lado, no necesitó realmente las pastillas. Pero nunca pudo decirle eso a Betty.


Extraño su presencia. Pero no sé que hacer al respecto. Solo puedo sentarme en mi cama sencilla a imaginarla. Y eso requiere de todo mi esfuerzo. Recuerdo su cabello y los trajes. Le gustaban mucho los trajes. Olía bien. Siempre olía bien. Tenía casi sesenta años y olía bien. Ninguna mujer huele así a esa edad. Pero no pude decírselo. No pude decirle nada de lo que sentía por ella estos últimos años. No podía hacerlo. No podría si estuviera aquí ahora.

Nunca han permitido que el doctor Samson lo vea de nuevo. Nunca estuvo muy de acuerdo con la decisión del gobierno de encerrarlo. Él decía que podía curarse. Fue una de las personas a las que Hulk llamó "Insignificante Humano" demasiadas veces. Sobre todo cuando llegaba la hora de hablar de su padre. Una parte de Bruce sabía que lo dejaba salir a flote muy fácil muchas veces. Ya no había a quién explicarle la sensación de libertad y alegría que le daba el dejar que Hulk se hiciese cargo de todo. Que sus puños hablaran por él por un instante y que el mundo se abriera paso ante él. Ser un niño otra vez, libre de responsabilidades.

El bus en el que murió Betty Ross fue atropellado por un camión de seguridad robado que huía a toda velocidad en sentido contrario. El impacto sacudió al doctor Banner de su asiento, arrojando su cuerpo a la parte posterior del bus, fracturando varias costillas que a su edad no se volverán a soldar. El humo y los gritos lo despertaron de su aturdimiento, pero su mente dopada no podía sentir la angustia que le hubiese ayudado a buscar a su esposa, cuyo cuerpo estaba parcialmente aplastado por la silla en la que poco tiempo antes estaba sentada. Ella sólo deseaba que el se acercara antes de morir.

Este bus en el que el doctor Banner partía rumbo al cementerio es exactamente igual al del accidente.



Ni siquiera por eso puedo reaccionar. Mi memoria no olvida los detalles, pero no sé que puedo hacer al respecto. Llorar no parece ser una opción. Se sentiría extraño y no estoy muy seguro de poder hacerlo. Mi beeper suena para recordarme que debo tomar las pastillas otra vez. Pero ya voy a llegar, así que prefiero esperar un momento.

No estás aquí. Sé que no lo estás y no puedo culparte. Pero mi mundo sería mejor si estuvieses aquí. Evitarías lo que estoy a punto de hacer. Me salvarías de mí mismo, como siempre. Serías el ángel cuya voz calmaría a la bestia. Nunca he amado a nadie más. Y él tampoco. No va a estar feliz cuando sepa que no estás aquí. Todo lo que soy, cada pequeña faceta de mí te ama con locura.

Pero no estás aquí y no quiero estar en un mundo sin ti. Te amo.

Del ojo izquierdo de Bruce surgió una lágrima que escurrió por su mejilla, mientras en algún lugar de su cabeza Hulk gritaba con furia y dolor, esa misma furia que él no podía dejar salir, ni siquiera ahora, cuando deseaba llorar desconsolado. Antes podía dejarlo salir con solo enfurecer, pero ahora no podía hacerlo, no sabía como lograr sentir rabia. Tardó bastante en darse cuenta de la presencia de esa lágrima que había salido por voluntad propia.

Su beeper interrumpió la corta conversación consigo mismo. Le recordaban que tomase las pastillas.

Rompió el beeper con solo apretarlo, dejó las pastillas sobre la lápida y respiró profundamente un par de veces antes de comenzar a caminar. Hulk regresaría en cualquier momento ahora. Eso sí que podía sentirlo.


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